martes, 22 de septiembre de 2015

La dieta paleo




 Foto tomadas de Francis Holway

Paleodieta: esa gran desconocida.

Desde hace relativamente poco tiempo, se viene oyendo hablar de una dieta llamada Paleo o Paleo Dieta. A pesar de su novedad ya cuenta con muchos seguidores pero todavía son más los que desconocen en qué consiste.

¿Cómo surge la Dieta Paleo?

La Dieta Paleo está basada en el trabajo del Dr. Cordain pionero en divulgar las virtudes de la dieta del paleolítico. En tres libros publicados explica las bases para una dieta óptima y saludable; información detallada de cómo los atletas pueden mejorar su rendimiento modificando ligeramente la Paleo Dieta y cómo esta dieta cura el acné basándose en recientes investigaciones científicas.

El 1985,  se publicó un primer artículo titulado “Paleolithic Nutrition” en la prestigiosa New England Jounal of Medicine, cuyo autor, S. Boyd Eaton, de la Universidad Emory de Atlanta, sugería que la dieta ideal sería la que se seguía en la Edad de Piedra. El Dr. Cordian y  el Dr. Eaton trabajaron juntos para aportar pruebas unidos a otros científicos y antropólogos publicando sus investigaciones en las principales revistas de nutrición del mundo.

Hay que puntualizar que no son muchos los estudios publicados hasta el momento: siete en concreto y uno pendiente de publicación. Son estudios de intervención que cuentan con dos limitaciones importantes, a saber: por un lado las muestras estudiadas son pequeñas;  setenta participantes en el que más; y por otro, la duración de los estudios no es muy prolongada en el tiempo: van desde los catorce días a los dos años el de mayor duración (Mellberg M. y otros)

Al seguir esta dieta en comparación con otras, todos los pacientes presentaron cambios significativos en diversas variables: peso corporal, glucosa, perímetro abdominal, triglicéridos…

No obstante lo anterior estos estudios cuentan con tres puntos fuertes. Primero: se comparó la dieta paleo con otras dietas saludables. Segundo: el grupo control recibió el mismo apoyo en intensidad y tipo de educación y,  tercero: testan la hipótesis evolutiva al comparar dietas con y sin cereales, legumbres y lácteos.

En la actualidad los estudios que se están realizando pretenden refutar la hipótesis de que una dieta paleo no produciría efectos diferentes a una dieta con cereales y lácteos.



Vayamos al principio

Solo con observar a nuestro alrededor podemos ver que algo está fallando: nunca hubo tantos medios a nuestro alcance para vivir mejor y paradójicamente cada vez estamos más enfermos y somos más infelices. Sí, es cierto que nunca hubo un sistema de salud tan bueno como el actual ni medicamentos tan eficaces como ahora, pero aún así las enfermedades, especialmente crónicas  aumentan y aparecen a edades más tempranas.

A partir de la Revolución Industrial, hace apenas 200 años, nuestros estilos de vida y alimentación, cambiaron radicalmente. Se adoptaron usos en agricultura que aumentan la producción (maquinaria, abonos, rotación de cultivos…) y se dio un excedente de producción.

Los avances tecnológicos nos han hecho la vida mucho más fácil pero también nos han traído multitud de problemas en esta etapa postindustrial. El exacerbado uso  de instrumentos hace innecesario el movimiento del cuerpo: hemos ido apoltronándonos. Los procesos de transformación industriales han generado alimentos cada vez más alejados de la naturaleza, hasta el punto que su ingesta nos daña. No hace falta remontarse al sigo XIX;  los que vamos cumpliendo años sabemos que el modo de vida y la nutrición de nuestros abuelos o incluso padres, no tenía mucho que ver con la nuestra. Todos estos cambios en un periodo cortísimo de tiempo en términos evolutivos, provocan que nuestro organismo se haya sobresaltado sin poder  adaptarse a semejante aluvión de modificaciones, de aquí todas las consecuencias negativas.   

La teoría Paleo se basa en esto precisamente, en la falta de adaptación genética a determinados alimentos: no ha habido tiempo suficiente para ello. Serían  necesarios cientos de miles de años para que las adaptaciones necesarias se produjesen.

En el Paleolítico nos convertimos en cazadores-recolectores, introduciendo en nuestra dieta las proteínas y las grasas animales de la carne y el pescado. Este periodo abarca desde hace dos millones de años hasta hace unos diez mil, por lo tanto hemos vivido en este estadío nutricional, un 95% del tiempo de nuestra existencia como especie.

El Neolítico surge en Mesopotamia hace tan solo diez mil años, con la aparición de la agricultura y la ganadería. Esta es la primera vez que  el ser humano empieza a comer cereales, harinas y lácteos. Pero esta tendencia alimentaria llega a nuestro territorio hace todavía menos tiempo, entre tres y cuatro mil años. Pero si esto ya era nuevo para nuestra especie, la Revolución Industrial y las etapas postindustriales nos traen la generalización de los azúcares, la bollería industrial, los aceites vegetales, alimentos ricos en sal, las grasas trans…

La Dieta Paleo pues es aquella basada en la alimentación pre-agrícola, con la que nuestra especie ha convivido durante más del 95% de su existencia y para la que estamos adaptados.

¿Y qué comía el hombre paleolítico?

Comía lo que el medio natural producía. Era fundamentalmente cazador-recolector de pescado, carnes, huevos, frutos de mar, vegetales, bulbos, bayas, semillas y frutas.

Por lo tanto, los alimentos procesados no están permitidos en la dieta paleo: cereales y harinas, lácteos, azúcares, ciertos aceites vegetales y la sal. Estos alimentos causan intolerancias, inflamaciones, obesidad, diabetes, acné... entre otras enfermedades.

¿Cada cuánto comía?

Cabe pensar que nuestros ancestros no comían cada tres horas, sino que lo hacían después probablemente de recorrer grandes distancias en busca de alimentos, es decir con el estómago vacío. Una vez encontrados los alimentos se saciaban y quizás no ingerían nada hasta bastantes horas después.

Esta pauta alimenticia es la que propugna la Paleo Dieta, no sólo no es necesario comer cada poco sino que es perjudicial. Nuestro cuerpo necesita dar reposo a nuestro intestino y el hecho de estar realizando constantemente digestiones no nos favorece en absoluto.

Se debería pues comer con hambre y beber con sed. De hecho si no ingiriésemos líquidos de manera continua (un café con leche, un refresco, una caña, otro café…) ni siquiera una fruta jugosa, tendríamos de nuevo la sensación de sed. Sentiríamos placer al beber y no desearíamos otro líquido que no fuera un buen vaso de agua.

Por lo tanto la Dieta Paleo no aconseja desayunar, no considera esta comida imprescindible. Lo ideal sería comer al mediodía (después de haber realizado las actividades diarias o deportivas) y con hambre y de cena algo ligero.



¿Y además de la dieta?

El estilo de vida Paleo incluye también otra serie de actuaciones beneficiosas para nuestra salud como son: tomar el sol, imprescindible para la síntesis de vitamina D y absorción del calcio. Dormir bien, es decir, respetando las horas de sol y las de oscuridad y convivir con la tribu, relacionarse más con la comunidad. Y por supuesto moverse: el movimiento es básico para la salud. Pero el movimiento que proponen ha de ser funcional: andar, correr, saltar, subir a los árboles, reptar… igual que lo hacían nuestros antepasados. En este tipo de ejercicios se basan los entrenamientos Paleo y para ello no son necesarias máquinas o artilugios complejos, nuestro cuerpo es suficiente para realizar ejercicio que nos permita estar fuertes y hábiles.



Conclusiones:

A falta de más estudios, la Dieta Paleo parece ser una opción saludable para nuestra especie teniendo en cuenta nuestros genes, eso sí, adaptándola a cada caso particular: enfermedades de base, actividad física… Lo que hay que demostrar es que es mejor que las que contienen cereales y lácteos. Los detractores de la misma, añaden a la falta de estudios, la poco adherencia de las personas a la dieta, y no es de extrañar porque supone renunciar a muchos de los alimentos que hemos incorporado de manera habitual y excesiva a nuestra alimentación e incrementar otros cuyo consumo es escaso. En cualquier caso, es cuestión de probarlo por que lo que está claro es que una alimentación parecida a la que tuvimos durante nuestra evolución no debería suponer riesgos para la salud.






Fuentes:

“Paleolithic nutrition” Eaton SB, et al.N Engl J Med. 1985

Campillo, José Enrique,  El Mono Obeso, editorial Crítica, Barcelona, 2007

Cordain, Loren, La Dieta Paleolítica, Urano, Barcelona, 2011

Cordain, Loren y otro, Paleodieta para deportistas, editorial Desnivel, Madrid, 2007

Wolf, Robb, La dieta paleo, Ed. Timun Mas, Barcelona, 2011

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